Todo empieza una tarde de sábado, la cual se presentaba muy calurosa. Pensábamos que, ya que Uña se sitúa en la sierra de Cuenca, la temperatura iba a ser más halagüeña, pero Don Lorenzo no nos dio tregua alguna.
Después de dar unas vueltas de reconocimiento del suelo, comprobar que la cuesta iba a “costar” y encontrar al grueso de los miembros del club con esas sonrisas de siempre, el ambiente se fue “caldeando” aún más si quedaba lugar, entre apretones de manos y besos amistosos.
La salida fue muy rápida, los galgos de siempre salieron desbocados hacia el triunfo, con Don Pedrito de punta de lanza plantándole cara a los mismísimos keniatas conquenses. A la zaga iban Don Óscar y Don Santi intentando mantener el ritmo infernal impuesto por ese “GRAN” atleta de 58 kilos.
Los más prudentes dejamos hacer a la jauría, controlando nuestros ritmos y pensando que la cuesta de meta había que pasarla dos veces.
Detrás de los galácticos gigüelos se situaba el Sr. Roberto que hizo un carrerón a su ritmo a pesar de tener una rodilla inflamada, que seguro le penalizó minutos, y de la presión de tener al Sr. Ruano pisándole los talones.
El terreno que en un principio se pensó llano, salvo la citada zona pina de llegada, se convirtió en un “no parar” pa’rriba pa’bajo, que se iba capeando como uno podía.
En sexta posición se situó nuestro veterano Don Luis que vió cómo le pasaba por su derecha un obús llamado Ruano, que está sorprendiendo a propios y a extraños con los tiempos que está logrando, pero que no se confíe.
A cuatro minutos de la gran élite de Pineda, llegó Dña. Beatriz, nuestra fémina en filas, que esta vez no pudo subirse al cajón ni de cerca, aunque no fue por su empeño. Yo quiero pensar que la culpa la tiene el paisaje, que había que apreciarlo y se merecía que nos tomásemos un tiempo en observar la laguna, las aves y la vegetación colindante. Pero por mucho que lo quiera pensar, la realidad es que “las vacaciones pasan factura” y nunca mejor dicho.
Don Ángel y Javier llegaron casi de la mano, a muy poca distancia haciendo gala de su buen hacer.
También se acercó a disputar esta carrera y a hacer piña, Don José, que ya va cogiendo forma y dentro de poco le tendremos entre nuestras estrellas del firmamento.
Y por último y no menos importante nuestro veterano ripense acogido en la “sección arganda” Don Julio que disfrutó como un enano de esta carrera, con un gran ambiente y rodeado de naturaleza.
Una carrera dura, con “subisbajas” que dejaban las patillas para colgarlas.
Pero, lo mejor estaba por llegar…

LA PAELLA GIGANTE
Después de meter las bielas en un lavadero de ropa antiguo, donde alguno se remojó hasta las pestañas, nos dispusimos a ver cómo cocinaban la superpaella y ya de paso a hacer cola.
Tras el esfuerzo realizado, el ambiente festivo que se respiraba y la brisita que tanta falta nos hizo horas antes, nos vimos obligados a repetir plato. Todo, claro está, por dejar en muy buen lugar a nuestro club.

Muy a nuestro pesar nos retiramos de este gran pueblo sin probar la jugosa tarta y café que ofrecían a todos los corredores, y pusimos a Dios por testigo que el año que viene nos quedaríamos hasta el postre.

Crónica elaborada por Santi y Bea