viernes, 13 de agosto de 2010

PAPÁ, ¿POR QUÉ NOSOTROS NO TENEMOS PUEBLO?. CRÓNICA DE LA CARRERA DE CARDENETE

Es de esas carreras a la que los que tenemos pueblo profesamos un especial cariño.
Y es que desde la nostalgia del tiempo pasado y vivido a finales de los 70 y primeros 80, yo fui SANOCHAOR en el mío.
Quien no ha experimentado esa sensación de acostarse cada día más tarde, tras compartir con amigos y amigas, adolescentes como tú; charlas, risas, cigarros, zurras, música del radiocasete, fiestas de otros pueblos,… no puede comprender ni siquiera imaginar lo alegre y feliz que fue ese periodo de la vida de un sanochaor veraniego.
Eso sí, con la ventaja que representaba no tener obligaciones mañaneras. Por que cuando alguna se presentaba y remoloneabas por que no podías ni con tu alma, ¿quién de vosotros no ha sufrido de sus padres la frasecita?: TRASNOCHAR Y MADRUGAR NO CABE EN NINGÚN COSTAL.
Por eso, el día que escuché a un amigo que había venido a Villar del Horno a pasar unos días en verano, decirle a su padre: -“Papá, ¿por qué nosotros no tenemos pueblo?, me dio pena. Y ahora, desde la nostalgia, echo de menos aquella época.
¡ Que esta introducción sirva de homenaje a todos los SANOCHAORES de nuestro pueblo. ! Y a la crónica de esta carrera.
La misma se presentaba dura por el calor reinante y por que los sanochaores que la organizan, con la intención de querernos enseñar su pueblo, nos atizan una vuelta al mismo, que aunque parece que no, te castiga las piernas con tanta cuesta arriba y abajo.
Y si eso te deja madurito, según sales del pueblo, otra cuesta termina de rematarte. Sobre todo si te has cervezao bien en el aperitivo, has comido con ansia, te has hidratado con tinto de verano según mandan los canones estivales, café, copa y si se tercia que seguro que sí, algún cubata. Lo que viene siendo ni más ni menos, que cantarían Los Chichos, la dieta de un corredor popular cimburrio el día 31 de julio. Y es que vaya fecha.
En fín, que al llegar a la susodicha cuesta te empieza a subir un amargor por los conductos interiores corporales hasta desembocar en la garganta, que apenas llevas 2,5 km. y estás pensando no en la retirada, que un corredor cimburrio muere pero no se rinde, si no en amoldar tu ritmo al entrenamiento gastronómico previo. Todo esto lo vas pensando sobre la marcha, por que un corredor cimburrio con la inteligencia que nos caracteriza es capaz de correr y pensar al mismo tiempo.
Y unos, los más prudentes y rápidos y que han optado por una dieta blanda, piensan: - “no puedo parar, ahora no puedo parar que se me escapa el Olivares”-, y otros: -“voy a intentar (que sólo queda en el intento) pillar al Pedrito”-.
Algunos más atrás siguen pensando mientras pisan el asfalto a velocidad casi de vértigo: -“joder con el flacucho de las patas como vuela”- ó, -“me duele la rodilla pero no hay dolor, no hay dolor, acelera Oscar que te paso”-, a lo que otro que les viene pisando los talones y que no quiere quedarse sólo, suspira por un –“esperarme que los tres iremos mejor”-.
Cuando éstos ya han superado la cuesta y enfilan un cómodo descenso hacia la ermita de S. Antonio, por la pendiente siguen fluyendo en el aire pensamientos cimburrios: -“voy a echarles un cable a Raul y Luis que van jodidos, estos abuelos”-.
Inmediatamente detrás, el primero de ellos, al que ni el vino tinto de los Estopa que en ese momento suena en su MP3 consigue darle la energía suficiente para superar el flato que le acaba de cascar, sueña más que piensa: -“si lloviese aquí, esta noche venía a coger caracoles”-. Tan baboso debió ser el sueño que a Luis, a pesar de hacer una buena carrera, casi en meta le costó un resbalón en forma de pasada supersónica con cachete de ánimo en el culo y que no le sentó nada bien. Y entonces éste no pensó, habló y dijo: -“esas cosas a mí no me gustan, eso no se le hace a un compañero”-. Joder Luis que no es para tanto. Y no te enfades conmigo que te voy a presentar un remedio para que a ti se te caiga también la baba y vayas igual de rápido que yo.
Mientras tanto, una botella de agua sirve de equilibrio y acompasa el ritmo de Angel Jorquera, que al tiempo que se hidrata, hoy tiene la mente ocupada pensando en el enfado que tiene su hijo por haber llegado tarde y no poder correr la carrera de niños: -“tengo que salir antes de Madrid y no venir tan estresado, joder ya me pesa hasta la botella”-.
Instantes después, una distendida charla sirve de relajación a Felipe y Míguel. Para que van a pensar pudiendo hablar, si total el ritmo tampoco los mata: -“¿cuando coges las vacaciones Míguel? Yo en Agosto”- , -“yo también, me voy a Almería aunque para la carrera del Castillo vuelvo y luego me voy otra vez-“ –“Por cierto Felipe, ¿has contestado a la pregunta de Raul, la de los cubos de serrín?. Yo creo que son 37,5 cubos. Te explico.”-. A lo que Felipe que ya ha fijado su mirada en la moza que los precede, le suelta: -“déjate de rollos y fórmulas y mira que culete se gasta esta paisana, joder me está mareando, vamos a ir más despacio, ya llegaremos”-
A Ortega, el asfalto casi derretido le impide avanzar con soltura. Más bien ha sido la dieta dura pero el que no se consuela es por que no quiere: -“joder y eso que hoy estreno estas zapatillas super-chulas de el Corte Inglés, amarillas, con cámara de aire, suspensión trasera y alza delantera para aprovechar el sprint final. Aunque me parece que el sprint lo voy a dar en el bar, que hoy cumplen años el Oscar y el Rober-“
Francis está más preocupado en mirar atrás que en avanzar y piensa: -“joder, joder, que ya me ha pasado hasta el ciego. Si esto sigue así me va a tener que recoger el coche escoba. Menos mal que para los cimburrios lo importante es venir y sumar para el equipo. Además, es mi segunda carrera, que más se me puede pedir-“. Pues eso, venir.
A Francis, S. Antonio es el último en dar la bendición al pasar por la ermita y darle el aliento divino que ha posado en los castigados cuerpos de los cimburrios que por allí han pasado y que tras hidratarse con el agua que se reparte en ese lugar, ¡ Bendito sea el Santo !, han enfilado el camino para dirigirse de vuelta al pueblo.
Los últimos pensamientos de todos son darse ánimos interiores para con gran esfuerzo, dar lo mejor de sí. Y a fe que lo consiguen.
En el puesto 10, Pedrito entra en meta con 33:36. –“Que bueno soy, me lo merezco”-
En el puesto 20, Javi con 35:23 sentencia: -“Buena carrera, esto marcha”-
En el puesto 26, Oscar no desespera y con 36:05 se consuela: -“Las he hecho mejores”-
En el puesto 34, Rober con 37:13 está satisfecho a medias: -“Maldita rodilla. Aunque está pero que muy bien”-
En el puesto 35, Jose con 37:37 y totalmente relajado en el sprint se juramenta para la próxima: -“En Agosto me salgo”-
En el puesto 52, Alberto con 39:22 acaba fuerte y se reencuentra a sí mismo: -“Menos mal que voy otra vez”-
En el puesto 57, Raul con 39:41 y en uno de sus sprints típicos se lamenta: -“Lástima, ni ha llovido ni va a llover”-
En el puesto 59, Luis con 39:49 entra cabreado: -“Este cabrón de Raul.Y encima me toca el culo”-
En el puesto 116, Jorquera con 43:34 se ha dado prisa: -“Me voy ya mismo a Madrid.Hoy toca McDonalds con el niño”-
En los puestos 154 y 155, Felipe y Míguel con 46:19 ambos, siguen con a lo suyo: -“Vaya culetes.La vuelta a Valencia más contenta así”- y: -“37,5 cubos, creo que no he empleado bien la fórmula”-
En el puesto 209, Ortega con 53:02 piensa demandar al Corte Inglés: -“Si me habían dicho que estas zapatillas volaban”-
En el puesto 222, Francis con 57:31 entra de los más contentos: -“He terminado, no me lo creo. Que bueno soy”-. Pues claro, como todos.

Unas reponedoras cervezas, cortesía de Rober y Oscar para celebrar su cumpleaños, nos reúnen a todos al frescor del amor en un bar. Comentamos la carrera, damos caña a algunos, ánimos a otros… Buen ambiente, buena gente, buenos momentos.
Aunque tengo pueblo me enorgullezco de defender esta camiseta.

Crónica escrita por Raúl Ferrer

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